VIERNES
Todo comenzaba con La Bienvenida, un viernes 11 de noviembre que daba la antesala a lo que sería Primavera Weekend en el poco entrenado Parque Bicentenario de Cerrillos. ¿Los protagonistas? Kevin Kaarl, Chai, Christina Rosenvinge, y el plato fuerte: Beach House.
La Bienvenida comenzó a las altas horas de la tarde, específicamente a las 16 hrs. con Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, grupo andaluz que dio apertura a esta jornada con un sutil y ligero rock psicodélico, dejando satisfechos a quienes aún permanecían conociendo el parque y orientándose poco a poco a lo que sería una cargadísima función.
Corrían las 16:50, y ya se empezaba a destacar la brillante puntualidad que Primavera Sound venía trayendo desde Road To Primavera. Christina Rosenvinge salta a estrenar el Escenario Santander, con su guitarra y cabello rubio, la madrileña supo entonar con el público y con la misma idiosincrasia que Primavera Sound venía instaurar en nuestro país, un sonido característico que no dejó a nadie indiferente.
Corrieron los minutos, y llegó el turno de las japonesas «Chai», compuesta por Mana, Kana, Yuuki y Funa, quienes lograron una exquisita sinergia con los espectadores y a su vez, imponiendo un sonido único que logró recolectar un centenar de nuevos seguidores, un alternativo japonés que se quedó, de hecho, con más de una jornada.
Mientras el tiempo no era problema alguno para desplazarse por el parque, decidí conocer el Escenario Bits. Grata sorpresa me encontré al ver allí, parada, con un estilo único y un perreo a 100, «Akatumamy». La Gata Pistola fue full reggaetón, con esos tintes callejeros y puestas de navajas con pistolas, encendió una llama en los asistentes que no paraban de bailar y gritar por esta artista emergente.
Finalmente, el plato estelar llegó… Ya estaba de noche, y Beach House con una puntualidad de reloj, saltó al escenario.
Es difícil describir lo que Beach House hace, ya que una vez que te sumerges en su atmósfera, es complicado lograr captar los detalles con exactitud, debido a que solo te dejas fluir y vives la experiencia más increíble, onírica, de aquel viernes 11 de noviembre. Rupturista fue, el hecho de que antes de dar el pie inicial con «Once Twice Melody», se escuchó de fondo el clásico «La gata bajo la lluvia» de Rocío Dúrcal.
En síntesis, Beach House hizo todo. Tuvimos grandes hits como «Silver Soul», «Drunk in LA», «Space Song» o «Myth», que logró conectar con lo más profundo de las almas que veían atónitas la increíble voz y puesta de Victoria Legrand al más puro estilo dream pop.
La jornada tuvo otras apariciones como John Talabot, Loyaltty, o a nuestro recientemente entrevistado Gianluca.
En términos de ambiente, este día fue el menos concurrido, por lo mismo se debe destacar la puntualidad poco habitual en nuestro país, y lo expedito que era el hecho de comprar una cerveza, o hasta el ir al baño. Excelente.
Se cerró la jornada, y sólo se divisaban sonrisas en cada rostro camino hacia la salida. El impacto que causa el visualizar una banda tan talentosa como Beach House lo logró, y con creces.
SÁBADO
Empezó el fin de semana, y nos alistamos para lo que será una jornada inolvidable, ¿cómo no serlo? si tendremos a grandes nombres como Arctic Monkeys, Lorde, Interpol, o Japanese Breakfast.
Primeros pasos en el parque, la van se encarga de trasladarme hasta el área de prensa, y al momento de bajar se percibe que el tiempo no tiene buenos ojos.
Arranca una nueva experiencia. Y por qué no, repitiéndonos el plato con «Chai», la agrupación japonesa que apenas el día anterior logró encantar a un centenar de espectadores, el día de hoy repite pero con miles de espectadores. La sensación fue la misma, Chai es de esos grupos que ves un minuto y ya no hay vuelta atrás.
En estos instantes me di el tiempo de recorrer y conoce el parque y cómo fue distribuido y organizado el festival. Desde los stands de comida -que, por cierto, a pesar de lo masiva que fue la jornada de hoy, era todo relativamente expedito-, hasta las llamativas interacciones esparcidas por el recinto que apenas fue estrenado el presente año para shows de esta envergadura. Todo esto mientras en el fondo, Los Jaivas colocaban su cuota nacional y clásica en el Escenario Punto Ticket, interpretando su emblemática «Mira Niñita».
Eran las 18 hrs. Y ya comenzaba a sonar -para mi- lo interesante del festival de aquí en adelante. «Japanese Breakfast». El desayuno japonés radiaba las melodías indie en el escenario principal, de la mano de la talentosa y cautivadora Michelle Zauner, el show tuvo un exquisito setlist, en el cual partió con todo: «Paprika», y «Be Sweet», pasando por otras joyas musicales como «Boyish», «Road Head». Consolidando su aclamado reciente álbum de estudio «Jubilee».
La noche ya se hacía presente, junto con la evidente llegada de la lluvia, y una de las artistas más grandes del último tiempo pisaba el escenario. Así es, la vuelta de Lorde se hizo una realidad.
Empieza a sonar «The Path», canción del álbum que la trae de vuelta, Solar Power, y al menos desde mi perspectiva, el público no dejó de corear sus canciones de inicio a fin. Lorde realizaba un show que superó las expectativas de todos los asistentes, con un set cargado de «Melodrama» -su álbum más aclamado y que fue nominado al AOTY-, con canciones como «Homemade Dynamite», «Liability», » Perfect Places», o la espectacular «Green Light«. La neozelandesa se tomó el escenario con una espectacular escenografía que incluía una alta escalera, que le permitió interactuar y jugar con el público prácticamente a cada segundo.
La lluvia se volvió torrencial, y todos los espectadores nos encontrábamos completamente empapados, incluyendo a la misma Lorde, que en variadas ocasiones expresó: «Si quieren se van, lo entiendo», pero nada la detuvo para dar sus extravagantes bailes y movimientos que hipnotizaban a cualquiera.
Uno de los puntos altos del show, fue cuando comenzó a sonar «Ribs«, canción de su álbum debut «Pure Heroine» y que recientemente comenzó a tomar una popularidad masiva gracias a las redes sociales. Diría que este momento fue uno de los mejores que he vivido a lo largo de mi vida de conciertos. La lluvia, la voz y emoción de Lorde, el público coreando a viva voz el «You’re the only friend I need», mientras la lluvia se volvía más y más intensa, fue una experiencia magistral.
El espectáculo culminó en lo mágico cuando al interpretar su último smash hit «Solar Power», la lluvia se detuvo. Generando un ambiente y atmósfera única que ninguno de los asistentes olvidará.
Por si fuera poco, cuando todos creíamos que era momento de partir -en la edición de Brasil, la artista cerró con Solar Power-. Lorde mostró su agradecimiento por el público chileno, y comenzó a sonar una de sus canciones más populares: Team. Los bajos empezaron a explotar y la artista junto al público no dejaban de bailar, gritando a viva voz los coros y tomando cada captura de lo que en ese entonces era una empapada y sonriente Lorde, estableciendo una sensación de que el festival era puramente de ella.
Y para cerrar esta increíble jornada, con la reiterada puntualidad, llegó el turno del cierre: Arctic Monkeys vuelve a pisar tierras chilenas.
En este momento el escenario se encontraba totalmente lleno, ¿Quién se podría perder a AM, o al carismático Alex Turner?
Un inicio tranquilo, característico de “los monos” -recordemos que la última vez abrieron con “Do I Wanna Know?»-. Sonaba «There’d Better Be a Mirrorball» de su reciente álbum «The Car», por motivos obvios un muy reducido porcentaje del público reconoció la canción, pero siempre se encontró expectante al destacable sonido y puesta en escena que Arctic Monkeys estaba exhibiendo.
Como es de saber, «Brianstorm» se toma las primeras fracciones del setlist, prendiendo en cosa de segundos a una parte de los asistentes que no dejaron de saltar y liberar toda la energía acumulada de aquel día. Digo parte de los asistentes, ya que, a diferencia de su última experiencia en nuestra zona, una gran porción del público fue solo un mero espectador, con los pies clavados al piso, y un nudo en la garganta que les evitaba corear las canciones -a excepción de “Do I Wanna Know?», claramente-.
Es así que, bajo esta misma línea, Arctic nos brindó un show redondo. Como ya es sabido, es complejo que presenten problemas en el sonido, y para qué hablar de la particular manera de desplegarse en el escenario de Alex Turner, un frontman que siempre da qué hablar.
La banda recorrió gran parte de su discografía, sin dejar de lado sus populares canciones, a excepción de «I Wanna Be Your». Pero dejando finalmente contento hasta al individuo de la última fila.
Luego de 17 canciones -4 de ellas de su reciente álbum The Car- llegó el momento de «505», haciendo corear a una fanaticada que hasta este entonces, se encontraba completamente entregada a la banda. Pasamos al encore, y por si fuera poco, «Body Paint», «I Bet You Look Good on the Dancefloor», y el conocido cierre con «R U Mine?» se interpretaban en el cierre del Escenario Santander para esta jornada. ¿Mi evaluación? Un show correcto, «los monos» no fallaron, a diferencia de su público que no estuvo a la altura como la vez pasada.
DOMINGO
Y pasamos al último día, el que para mi era el más esperado. Björk había su regreso a Chile, mientras debutaba el oriundo de Houston, Travis Scott.
Con un tiempo notoriamente más soleado y caluroso, inicié la jornada con la joven española Amaia, quien dio inicio al Escenario Santander para esta última jornada, que ya contaba con una extraña mezcla de público entre la fanaticada de Mitski, y la de Travis Scott.
La artista adelantaba la cuota pop que se avecinaba para la jornada. Abriendo con «Bienvenidos al Show» de su segundo y reciente álbum «Cuando No Sé Quién Soy». Amaia dio un repasó del mencionado álbum, finalizando con «La Canción Que No Quiero Cantarte». Dejando la percepción de un show adecuado, que pese a no contar con un público que conociera sus canciones, Amaia supo resaltar.
Posteriormente, en el frente, Escenario Puntoticket. Llegaba Raveena con su dulce voz que no transmite más que paz. El R&B y el Soul no se quedaron atrás en esta edición, y esta artista lo demostró cuando a pesar de ser una de las de más bajo perfil de la jornada, hubo un público coreando sus canciones.
Una vez finalizado destiné mi tiempo en recorrer el parque nuevamente. Destacable el hecho de que hubo alimentación variada, incluyendo un puesto de Not Co. con alimentos 100% veganos, una excelente opción para mi caso.
Mismo escenario de Raveena, a las 17:15, cuando la puntualidad de los shows ya se hacía costumbre, saltó la británica Jessie Ware, quien tuvo uno de los mejores álbumes del 2020: «What’s Your Pleasure?». La artista interpretó auténticos temazos como la llamada igual que el álbum, o «Save a Kiss», o la recién estrenada «Free Yourself». Algunos asistentes se quedaron con ganas de más, puntualmente por querer escuchar «Say You Love Me», la canción más popular de Jessie que no vio la luz en este show.
En el mismo escenario me quedé, instalado para presenciar el regreso de la magistral artista islandesa, Björk.
El reloj tocó las 19:05, y el Orchestal Tour de Björk en Chile ya era una realidad. Salió al escenario la orquesta de jóvenes chilenos de la FOJI, quienes ya alistaban los últimos detalles para enfrentar el gran día que estuvieron esperando por tanto tiempo.
Björk sale al escenario. Sí, la misma quien dedicó a viva voz Declare Independence a las Islas Feroe, y Groenlandia, la misma que protagonizó el brillante clásico de Lars Von Trier, «Dancer In The Dark», la misma que ocupó el vestido de cisne para los premios Óscar de 2000, o la que le dio una paliza a una reportera para defender a su hijo.
Sale con un llamativo traje de tonalidades claras. Y mientras yo aun no asimilada que Björk estaba frente a mí, empieza a sonar «Stonemilker», de uno de los álbumes favoritos de su fanaticada, «Vulnicura» -que destacó haciéndose presente en cuatro canciones del set-.
La orquesta no se quedó atrás, ya que los jóvenes tocaron de una manera espectacular y demostraron una sinergia notable con la islandesa durante todo el espectáculo.
Björk agradeció a cada momento: «¡Muchas gracias!» se podía escuchar al final de todas las canciones, sin excepción. Tuvo su momento para hablar con el público, destacando la cordillera chilena y cómo se veía junto al atardecer. Además de esto, elogiando a la Orquesta de la FOJI que la acompañaba en ese mágico momento.
La artista hizo una mezcla de canciones interpretadas de forma orquestal, recorriendo su impecable material, tales como “Homogenic”, “Post”, incluso canciones de “Selma songs”, álbum hecho directamente del soundtrack de la película Dancer in the Dark, etc.
El momento más destacado de aquel show, fue sin duda alguna la interpretación de su clásico “Hyperballad”, adaptado a orquesta, Björk cantaba el primer verso “We live on a mountain, right at the top” mientras observaba la montaña que la tuvo sorprendida durante el transcurso del show.
El público comenzó a corear a viva voz, y la sonrisa del rostro de la islandesa no se la quitaba nada.
Sin dudas un show que sorprendió, rompió un poco el esquema que se venía siguiendo debido al orquestal que hubo detrás, y nos deja pensando el cómo Björk conserva su carisma, puesta en escena, voz, y forma de ser, pese a su extensa trayectoria musical.
Una vez finalizado el show con una exquisita interpretación de su himno “Pluto”, procedí inmediatamente a reservar mi espacio en el Escenario Santander. Se venía Mitski, y Travis Scott.
Cuando el reloj tocó las 22:45, un público impaciente, eufórico, y recargado se encontraba preparándose para lo que venía. Yo ahí estaba parado, mientras a mis alrededores escuchaba comentarios tipo “Acá va a quedar la cagá”, “Prepárense para el mejor show de sus vidas”, “Acá voy a dar mi vida”, y unas reiteradas expresiones sobre el por qué no estaba la plataforma que el artista utilizó en Brasil y Argentina. Pero ya era la hora, ¿Qué más se puede esperar, si el mismísimo Travis Scott traería el aclamado Utopia Tour a Chile?
Con un retraso de 10 minutos aprox. El Dj, Chase B, salta al escenario para encender a un público que se encontraba complemente preparado para darlo todo. Llegó el momento, Travis Scott pisó el escenario y “abrió fuego” con “Hold That Heat”. Los saltos, los gritos, empujones, y las caras de euforia se veían por todos lados. Travis tampoco se quedó atrás, su forma de actuar lograba encender aún más al público.
Aquí el oriundo de Houston hizo un recorrido de tema tras tema, su intención claramente era que su fanaticada viviera una noche inolvidable. Personalmente, hay muchos extractos del show que no recuerdo, una sensación extraña que no me ocurre habitualmente en los conciertos.
«Highest In The Room», «Butterfly Effect», y una de sus canciones más enérgicas: «STARGAZING», convertían este espectáculo en una noche llena de locura. A mi lado vi bombas de humo, bengalas, mascaras por todos lados, definitivamente fue un momento único que muchos ocupamos para liberar todo lo que teníamos guardado. Un hecho que sólo un concierto de Travis Scott puede generar.
Llegó uno de los momentos culmines del show: Chase B lanza los primeros acordes de “Mamacita”. Travis mira el público y sabe lo que se viene. Explota el beat y literalmente, zona a la que miraba, estaba la gente saltando a más no poder, una sensación extraña de sentir que estás en una adrenalina constante, es como si lo que estás viviendo no fuera real, Travis Scott te transporta a su mundo, donde sólo importa el liberarse mientras te desgarras la garganta -el no se queda atrás en eso- y vives el momento.
Hubo momentos donde mezclabas la nostalgia con la exuberancia, como lo fue en canciones como “NO BYSTANDERS”, O “GATTI”, canciones que cuentan con la colaboración de los difuntos Juice Wrld y Pop Smoke. “Levanten todos el dedo del medio”, decía Travis, antes de hacer corear a todos los presentes “FUCK THE CLUB UP!”. Sencillamente épico.
Así fue transcurriendo el show, que por motivos aun desconocidos tuvo una importante reducción de tiempo a menos de una hora de duración.
Me di cuenta de aquello cuando Travis explotó todo con su clásico “Antidote”, y yo en conocimiento de que era una de las últimas del show, me llevé esa grata sorpresa, para mal.
Llegaba uno de los himnos del artista, «SICKO MODE», y no estaría exagerando si digo que el coreo del público se escuchaba hasta la entrada del parque. Explota el beat, y los mosh pit se dieron en todo momento, zona donde me quería trasladar, había un círculo con personas dándose a todo dar. Caso similar ocurrió con la sucesora y una de las más reconocidas: Goosebumps.
Como un hecho grato, al final del show, Travis debuta en vivo la canción “Down in Atlanta”, colaboración con el icónico Pharrel Williams. Una canción que se va un poco de la línea del trap y comienza a generar un ambiente más melódico.
El show llegó a su fin. Muchos no se podían creer lo que acababan de vivir. Vi una persona tirada en el suelo sin camiseta, pero de lo cansado que estaba, y al igual que todos nosotros repetía lo mismo: “Valió cada maldito segundo”.
Así es como el debut de Primavera Sound Santiago termina a su fin, un espectáculo que tuvo sus momentos buenos y malos. Personalmente, quedé con una sensación de total satisfacción, más aún considerando el factor que es apenas la primera edición, así servirá como antecedente para tomar apuntes y generar herramientas orientadas a que aquellas fallas no se expresen el año próximo.
Primavera Sound Santiago llegó para quedarse, y desde La Cajita podemos decir que fue una experiencia única, que vale la pena absolutamente.
#LaCajita <3