
La noche del 11 de octubre de 2024 quedará marcada como una de las más memorables para los miles de fanáticos que abarrotaron el Estadio Monumental. La expectativa era enorme, y Paul McCartney, una de las leyendas más icónicas de la música, no decepcionó. Durante más de dos horas, el ex-Beatle recorrió su vasta carrera, desde los días dorados con The Beatles hasta sus éxitos como solista y con Wings, dejando claro que su legado no solo ha resistido la prueba del tiempo, sino que sigue vibrando con una fuerza imparable. Cada canción fue una pieza maestra de la historia del rock, y la energía que emanaba tanto de McCartney como de su banda era palpable, electrificando el ambiente y creando una conexión inquebrantable con el público. Los clásicos de los años 60, 70 y más allá, acompañados de una puesta en escena impecable, convirtieron la noche en un espectáculo que ninguno de los presentes olvidará jamás. McCartney no solo ofreció música, sino que regaló una experiencia cargada de emoción, recuerdos y momentos únicos que resonaron en cada rincón del estadio. El show comenzó con el clásico de The Beatles, «Can’t Buy Me Love«, encendiendo la noche y generando una respuesta inmediata del público que no paraba de corear cada nota. A esta le siguieron temas como «Junior’s Farm» y «Letting Go», mostrando su etapa con Wings, donde demostró que su capacidad para crear himnos iba más allá de su trabajo con The Beatles.

Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando McCartney interpretó «My Valentine», una balada cargada de amor y sensibilidad. Dedicada a su esposa Nancy Shevell, quien estaba presente en el público, la canción se sintió como un momento íntimo y personal en medio de la magnitud del evento. La conexión entre ambos era evidente, y su entrega en el escenario hizo que los espectadores se sintieran parte de ese momento tan especial. El silencio respetuoso que precedió a la interpretación se transformó rápidamente en una ovación conmovedora, mostrando el profundo impacto que McCartney tiene no solo como artista, sino como ser humano capaz de compartir sus emociones más sinceras a través de la música.

McCartney también rindió homenaje a sus compañeros de banda quienes nos dejaron. «Here Today» fue dedicado a su querido amigo John Lennon, en un momento de reflexión que emocionó a los presentes, mientras que «Something» fue un tributo a George Harrison, interpretada magistralmente con un hermoso y espontaneo proyectos que los fanáticos del artista realizaron y por el cual Sir Paul se vio muy pero muy emocionado.
Pero el verdadero clímax del concierto, y sin lugar a dudas el instante más esperado, llegó con la interpretación de «Now and Then«, una joya perdida de The Beatles que por fin vio la luz gracias a la tecnología moderna. La canción, que utiliza la voz de John Lennon a través de inteligencia artificial, fue una mezcla perfecta de nostalgia y modernidad, logrando que todo el Estadio Monumental se envolviera en un sentimiento colectivo de asombro y emoción. Cuando McCartney, acompañado por la voz de su antiguo compañero de banda, cantó esta pieza inédita, las lágrimas y los aplausos se fundieron en una sola reacción del público. «Now and Then» no solo fue una canción, sino un viaje al pasado, una reunión musical con Lennon, Harrison y Ringo que resonó en el corazón de cada uno de los presentes. Sin lugar a dudas, fue el momento más emotivo de la noche, un regalo inesperado que tocó fibras profundas, y que quedará grabado en la memoria de todos los fanáticos que esperaron por años este nuevo capítulo en la historia de The Beatles.

Tras este emocionante homenaje, el concierto continuó con una ráfaga de éxitos que mantuvieron al público en un estado de euforia constante. Temas como «Lady Madonna» o «Get Back». Para luego dar paso a «Live and Let Die«, en donde el escenario se encendió, literalmente, con un espectáculo pirotécnico que iluminó el cielo de Santiago. Los fuegos artificiales y las explosiones de energía hicieron vibrar el estadio y dejaron a la audiencia completamente cautivada, creando una atmósfera de celebración y asombro. Posteriormente la icónica «Let It Be» resonó en todos los corazones, mientras el estadio entero se llenaba de luces, creando un paisaje casi celestial. El coro unánime de miles de voces cantando «Let It Be» fue uno de los momentos más conmovedores de la noche, uniendo a generaciones de abelos, hijos y nietos a través de la música.
El cierre del concierto fue de ensueño. McCartney no podía despedirse sin interpretar uno de los himnos más grandes de la música: «Hey Jude«. El estadio entero se transformó en un coro masivo, cantando el icónico «Na-na-na-na» en perfecta armonía. Fue un momento de unidad, donde todos los presentes, jóvenes y adultos, compartieron la magia de una de las canciones más emblemáticas de la música. Después de una breve pausa, McCartney volvió al escenario para un encore que incluyó la poderosa «I’ve Got a Feeling», donde un dueto virtual con John Lennon, tomado del famoso concierto en la azotea de The Beatles, llenó de nostalgia y emoción el ambiente. Fue como si Lennon estuviera presente en el escenario, y el público no pudo evitar emocionarse ante la reencarnación de este momento histórico. Con temas como «Birthday», «Helter Skelter», y el cierre definitivo con «Golden Slumbers/Carry That Weight/The End», McCartney dejó claro que, a sus 82 años, sigue siendo una fuerza imparable en el escenario, capaz de conmover y hacer vibrar a audiencias de todas las edades.

Este concierto no fue simplemente un recorrido por los éxitos de una leyenda. Fue un viaje a través de la historia de la música, un tributo a una carrera que ha dejado una huella imborrable en la cultura popular. Paul McCartney no solo recordó por qué es uno de los músicos más influyentes de todos los tiempos, sino que también mostró que su impacto sigue siendo tan relevante y poderoso como lo fue hace décadas. Los miles de asistentes en el Estadio Monumental fueron testigos de una noche que no solo quedará grabada en sus memorias, sino también en la historia de los grandes eventos musicales de Chile. Una noche que trascendió generaciones, y que reafirmó el poder inquebrantable de la música para unir a las personas.
#LaCajita.