Por Genaro Rencoret
Es domingo, el día está nublado en Santiago cuando estamos en pleno inicio de febrero y, lamentablemente, seguimos en cuarentena. Es una imagen triste tomando en consideración que es verano, época de insigne de vacaciones, jolgorio y juventud plena. Sin embargo, estamos en medio de una crisis sanitaria mundial que de una u otra forma ha remecido a cada ser humano. Un sinfín de interrogantes acerca de nuestra condición efímera, nuestros sentires y nuestros lazos interpersonales nos han cruzado por la cabeza durante estos tiempos. Una manera para intentar encontrar respuestas ha sido la creación artística y es claro que Hayley Williams se embarcó en aquella búsqueda con su segundo disco en solitario.
Ahora bien, es preciso hacer memoria y traer a la palestra las múltiples ocasiones en que la vocalista de Paramore dijo que nunca publicaría un álbum solista. No obstante, es obvio que las cosas cambian y que las palabras se las lleva el viento porque en menos de un año Hayley ha publicado dos trabajos fuera de su banda ícono del pop-punk de este siglo. Además, es pertinente recordar también que Williams lanzó su carrera en solitario luego de divorciarse y de revelar que estuvo durante una década en medio de una relación tóxica.
La segunda placa de la cantante estadounidense fue tanto creada como grabada de forma íntegra, según apunta El Hunt en NME (2021), por Hayley mientras se encontraba encerrada por la pandemia en su casa de Nashville. El periodista británico también menciona que FLOWERS For VASES / descansos (2021) se articula como una precuela de Petals For Armor (2020) y se sustenta como un álbum más sencillo que el anterior, con más silencios, guitarras acústicas y pianos.
De forma clara se percibe que Williams ha hecho un trabajo radicalmente distinto en su faceta solista al que desarrolló en su carrera en Paramore. Y esto es algo que se debe agradecer. Los caminos que la compositora norteamericana ha tomado puede que dejen decepcionadas a un par de personas acostumbradas al pop-punk de antaño, pero los nuevos sonidos que propone Hayley en solitario se dirigen a una búsqueda personal. A lo que se dirige la artista es a un exorcismo de sus demonios por medio de un trabajo que posee tintes de folk alternativo con líricas que ahondan en su pasado, en sus dolores, sus dudas y en sus miedos.
Ya desde el título de FLOWERS For VASES / descansos (2021) -y lo largo de las 14 canciones y los casi 43 minutos que estructuran el disco- es posible dar cuenta de la influencia que ha tenido para Hayley Williams el libro Mujeres que corren con los lobos: Mitos y relatos del arquetipo de la Mujer Salvaje (1992). El texto de la escritora estadounidense Clarissa Pinkola Estés recolecta una serie de mitos y relatos folclóricos de diferentes culturas para ahondar, siguiendo las ideas de Carl Jung, en la naturaleza femenina por medio de la propuesta del arquetipo de Mujer Salvaje.
No es mi intención profundizar en la obra de Pinkola Estés porque no es el fin de las presentes líneas. Sin embargo, es urgente destacar un punto del texto mencionado porque es relevante en el disco de Hayley: Los descansos. La escritora expone que en ciertos lugares del sur de Estados Unidos, al igual que Grecia e Italia, existen cruces blancas al borde de los caminos con la finalidad de indicar los sitios donde han ocurrido accidentes fatales. “Son símbolos que conmemoran una muerte. Allí mismo, justo en aquel lugar [donde está la cruz], el viaje de alguien por la vida se interrumpió inesperadamente” (p. 482), esclarece Pinkola. Con esto último es posible decir que, en el fondo, los descansos son similares en cuanto a su función a las animitas que tanto vemos -por desgracia- en las carreteras y calles chilenas.
De igual forma, según expone la autora estadounidense (1992), los descansos se articulan como indicadores de las mil muertes que deben pasar las mujeres antes de cumplir siquiera los veinte años. En otras palabras, estas cruces blancas simbólicas sirven para marcar aquellos momentos donde una mujer ha sufrido, es decir, los momentos oscuros de su vida donde se ha sentido huérfana. Al mismo tiempo, siguiendo a la misma Pinkola Estés, los descansos son útiles para -por medio de una practica consciente- honrar a “los muertos huérfanos de la psique” (p. 483), compadecerse de ellos y sepultarlos finalmente. Los descansos se presentan en realidad como símbolos del enfrentamiento con los sufrimientos. No se trata de olvidarlos, sino de tener la posibilidad de continuar tras dejar los dolores marcados. En palabras de la autora: “Debemos ser amables con nosotras mismas y dar descanso a los aspectos de nuestra persona que se dirigían a algún lugar pero jamás llegaron a él” (1992, p. 483).
Hayley Williams toma prestado el concepto de descanso y lo plantea desde el título de su segundo álbum para, tal como expone El Hunt (2021), poder visitar sus propias cruces con total franqueza. Y es que hablar del dolor no es algo sencillo, querides. Es necesaria mucha valentía y, sobre todo, sinceridad para manifestar las pesadumbres y poder alzarse sobre ellas para dejarlas atrás -aunque eso asuste, como versa la canción de The 1975-. La cantante estadounidense es completamente sincera en este disco al abordar temáticas como el miedo de empezar de nuevo tras escapar de la violencia intrafamiliar -como apunta Hunt (2021) sobre la canción Inordinary– o el olvido tras terminar una relación afectiva como se propone en First Thing To Go -la primer canción del trabajo- con versos de apertura como “lo primero en irse fue el sonido de su voz”.
La artista estadounidense mencionó en una entrevista con Pitchfork (2021) que su manera de enfrentar los problemas individuales es de manera holística, es decir, analizando el conjunto de elementos que conforman sus dificultades como si fueran un sistema. De esta manera claramente FLOWERS For Vases / descansos (2021) es una puesta en práctica de ese ejercicio de análisis porque Hayley se aproxima a sus dolores como un todo para poder exorcizarlos.
Hayley también le mencionó a Pitchfork lo siguiente: “2020 fue muy difícil pero estoy viva y mi trabajo sigue para ayudar a los demás a seguir adelante“. El año pasado fue duro para todes y el acto de Williams de mostrarse tan frágil como sincera apunta al exorcismo de sus propios demonios, pero, al mismo tiempo, se dirige a servir como apoyo para que otras personas puedan liberarse de sus pesadumbres personales. La cantante estadounidense realiza un acto de empatía sumamente necesario en estos tiempos de extrema dificultad y donde el contacto social se ha debido reducir por causa de la crisis sanitaria.
“Cada uno da lo que recibe / Y luego recibe lo que da”, canta Jorge Drexler en Todo se transforma (2004) y es lo que sucede con el disco de Hayley Williams. Resulta evidente que la compositora estadounidense sufrió un montón y, a pesar de aquello, pudo liberar su dolor en forma de arte “como si estuviera arrancando puñados sucios de malas hierbas muertas para dejar espacio para que florezcan seres vivos” (Hunt, 2021).
Puede ser que a muchas personas no les agrade este trabajo, ya sea porque no se acerca a la obra antecesora de Williams o a su trabajo con Paramore. Sin embargo, dudo que sea posible afirmar que FLOWERS For Vases / descansos (2021) sea una mala obra. Tiene una vibra muy Elliot Smith e, incluso, similar a ratos a folklore (2020) de Taylor Swift. Preciso es recordar que la misma Hayley mencionó en sus redes sociales que quería hacer un disco similar al de la cantante de cardigan (2020). El segundo álbum solista de la voz líder de Paramore es un trabajo honesto, con líricas personales, escasos arreglos musicales -pero que, por cierto, resultan efectivos para los fines que se propone la artista- y, al final, es una obra que se presta para la auto contemplación de nuestros dolores.
#LaCajita