EditorialEntrevistasNoticias

#EMERGENTES I NICO CARREÑO: MEMORIA EN FORMA POP FOLK

Por Genaro Rencoret

Me siento ha escribir esta nota el mismo día que Daft Punk ha anunciado su separación. Le debo a mi madre el haber escuchado al dúo francés. Tengo recuerdos de estar jugando en el comedor de mi casa mientras sonaban de fondo los discos Homework (1997) y Discovery (2001). De aquella época de infancia inocente quedan solo vestigios. La memoria es, según mi parecer, un espejo roto en el que solemos ver reflejos deformados. Sin embargo, claro es que las sociedades cambian y las personas también lo hacemos -aunque a veces nos sea difícil vislumbrarlo o admitirlo-. En ocasiones me cuesta reconocer a ese niño que disfrutaba escuchar Around the World (1997) mientras esperaba que mamá hiciera el almuerzo. Aún así, la música se ha mantenido igual de bailable. 

Creo en las ideas de Michael Pollak expuestas en su texto Memoria e identidad social (2006), obra donde afirma que existen puntos invariables dentro de la mutabilidad característica de la memoria individual. El sociólogo austríaco afirma que hay elementos irreductibles dentro de las historias de todas las personas, a los que se vuelve de forma constante y que “el trabajo de solidificación de la memoria fue tan importante que imposibilitó la ocurrencia de cambios” (p. 34). Esto ocurre, según el mismo Pollak, porque la memoria se constituye de los siguientes tres elementos vividos o conocidos tanto de forma personal como indirecta:  Acontecimientos, personas o personajes, y lugares. 

¿Por qué me detengo en estas cuestiones cuando la nota se trata sobre Nico Carreño y su trabajo? Mi motivación para iniciar el presente texto de esta manera es que Heterónimo (2020), álbum debut del joven músico, se presenta como un ejercicio para ahondar en los elementos irreductibles y variables de la memoria. De igual forma, este disco se muestra como una forma en que el propio artista nacional busca reconciliarse consigo mismo -siguiendo la propuesta de Valentina Armijo (La Rata, 2020)-. 

Imagen por: Nadi Gallardo.

Ahora bien, es preciso aclarar que las canciones de este primer álbum no estaban pensadas o unidas originalmente en torno a un concepto -según lo que me comentó el mismo Nico cuando pudimos conversar-. ”Las hice encajar nomás bajo el concepto del heterónimo. Pero, yo diría que [también fue] un juego de darle otra vuelta a la lectura de las canciones antiguas”, afirmó el joven compositor. 

Estos actos de jugar y mirar hacia atrás hacen que Nico se vea a sí mismo proyectado como un heterónimo. Cabe decir que este último concepto hace alusión a una identidad literaria ficticia que es empleada para que les autores puedan atribuirle parte de su producción -figuras como Fernando Pessoa, Antonio Machado y las hermanas Brontë utilizaron heterónimos, por ejemplo-. Acerca de este tema, el compositor nacional sentenció también: “Es entretenido verse como un ser ficticio, (…) como ser una voz que no es necesariamente como la de hoy -en ciertos aspectos, supongo-. Somos como heterónimos de nuestras obras”.

Resulta claro que Heterónimo (2020) no es un disco puro y duro de pop folk -a pesar de que el mismo Nico lo describa así-. Pensar en esta estética me lleva a recordar el trabajo de personalidades como Bob Dylan, Bon Iver en For Emma, Forever Ago (2008), Taylor Swift en folklore (2020), la obra de Martina Lluvias o Salares con En Prenda el Mar (2020) -entre otros trabajos-. Las nueve canciones que conforman el álbum de Nico Carreño exploran diferentes recursos propios del funk, el rap, el rock progresivo, entre otras vertientes sonoras. Y todo ese mejunje -tal como el joven artista describe su sonoridad- se presta para revisitar aristas de su biografía. Es así como en este álbum se muestran desde relaciones interpersonales, el enfrentar sentimientos como la ansiedad o la ausencia de un ser querido, amores tan imposibles como adolescentes, hasta la evocación de lugares.

Imagen por: Nadi Gallardo.

Las influencias de la obra del cantautor oriundo de Rancagua han sido ahondadas por él durante diversas ocasiones. Obviamente, yo mismo no pude escapar de preguntarle sobre la razón que le ha llevado a tomar como referencias a artistas tan dispares como Violeta Parra, John Coltrane, Maurice Ravel o Esperanza Spalding, entre muchas otras. “Lo que me inspira de ciertos artistas es como equilibran super bien la técnica con la emoción, la técnica con el arrojo. (…) Lo que veo en esos artistas es una especie de amor por el oficio, un amor por el detalle. Y me gusta buscarlos en muchos lados, desde la música clásica al hip hop. Esas personas están en todas partes”, afirmó el mismo Nico Carreño.  

Con toda la mixtura de referencias se podría pensar que la música del joven músico cae en el academicismo -temor que el propio Nico tiene, según me comentó-. Sin embargo, es indudable que el trabajo del rancagüino es de fácil y agradable escucha. No es simple generar una obra que sea accesible para todas las personas y, al mismo tiempo, arriesgarse a incluir elementos de otras estéticas. Evidentemente el artista nacional logra equilibrar su búsqueda sonora en un formato donde destaca una riqueza tímbrica propia del pop -siguiendo sus propias palabras-. 

Tal como dije en un comienzo, Heterónimo (2020) se presenta como un ejercicio para ahondar en los elementos que pertenecen a la memoria. Esto lo sostengo también teniendo en consideración que el mismo Nico Carreño apela a lo primal -o a la esencia, si se quiere emplear otro concepto-. Asimismo, esta búsqueda de lo primitivo también puede acercarse a la idea de que la música no se encuentra en el mismo plano que la vida, sino que está en una segunda naturaleza -según lo planteado por el musicólogo Vladimir Yankélévitch es su estudio sobre Ravel (1951)-. Pero bueno, esto es caer casi en cuestiones metafísicas y, la verdad, no me siento con ánimos para caer en crisis existenciales cuando debo aún terminar esta nota. 

Imagen: Portada Heterónimo (2020).

Volviendo a la obra de Nico, quiero detenerme ahora en dos canciones de su obra que me llaman la atención. La razón de esto es, según mi parecer, debido a que dan a entender perfectamente el amor por el oficio que me comentó el joven músico y, al mismo tiempo, representan perfectamente ese ejercicio de escudriñar en los elementos de la memoria que propone Pollak (2006). En particular, anuncio que la primer pieza profundiza en un personaje conocido indirectamente por el joven músico y la segunda lo hace con un lugar que conoce directamente. 

En primera instancia, me llama increíblemente la atención la pieza Raíz del Canto (2020), canción donde el joven artista musicalizó un poema del escritor Óscar Castro. Acerca de ella, el mismo Nico me comentó: “Fue la primera vez que me enfrenté a un arreglo de una letra que no era mía. Entonces, era enfrentar una composición desde un pie forzado. (…) Lo interesante de eso fue que tuve que darme el trabajo de calzar las sílabas. [Tuve que] aprenderme silábicamente la canción. (…) Así de mecánico tuve que aprenderla”. Aquí se vislumbra ese amor por el detalle, por el oficio que me mencionaba el músico nacional al principio de nuestra charla. 

Al mismo tiempo con lo anterior, en Raíz del Canto se vislumbra el impacto que ha tenido la figura de Óscar Castro en la vida de Nico Carreño -a pesar de que el poeta falleció en 1947, muchos años antes a que siquiera el joven músico naciera-. “Me identifica mucho la poesía de él”, afirmó el compositor nacional. “Creo que me gusta esa cierta cosa neoclásica de ciertas obras artísticas, como medias conservadoras en su forma”, añadió el mismo Nico. Considerando esto, es pertinente dar cuenta que el autor de Camino en el Alba (1938) era oriundo de Rancagua y que vivió en el centro de la ciudad, al igual que Nico Carreño -según lo apuntado por él en medios como La Rata (2020)-. “Conecto un montón con esa honestidad sencilla, como con un cierto pragmatismo del pensamiento de [Óscar Castro], (…) un pensamiento más físico con la materia, con los árboles, las plantas, el campo y el trabajo del hombre”, concluyó Nico. 

En una segunda instancia, debo destacar la pieza instrumental titulada como Pajaritos (2020) y que, por cierto, cierra el disco de Nico Carreño. Me detengo en esta composición donde se percibe el elemento de lugar (Pollak, 2006), ya que el joven músico la creó evocando la estación de metro que lleva el mismo nombre. “Hay una búsqueda de (…) tratar de hacer un puente de lo que me generan ciertas cosas, ciertos acordes y uno dialogando con ellos”, sentenció el artista nacional. Corresponde que añada que mi intereses por esta pieza instrumental se debe también a que yo frecuentaba mucho esa misma estación de la red de metro que evoca Nico y, honestamente, me sacó una sonrisa recordarla después de tanto tiempo que no la visito. 

Llegados a este punto siento la necesidad de justificar el hecho de que pase por alto el resto de canciones del disco de Nico. Espero que quien lea estas líneas no piense que mi abstención sea porque me disgusten o porque no tenga nada que decir. La verdad es que, como siempre, tengo límites de páginas para estas notas y no puedo extenderme. Así que mi detención en Raíz del Canto y en Pajaritos se debe a que calzan perfecto con las intenciones mencionadas al comienzo de estos párrafos. Simultáneamente, justifico estas selecciones en mis propias inquietudes y en mis caprichos particulares -bueno, supongo que todas las personas que escribimos hacemos siempre esto-. En fin, desde ya comento que la obra de Nico Carreño merece que sea escuchada enteramente. Así de sencillo. 

Imagen por: Nadi Gallardo.

Algo que me queda por añadir es que es evidente que el músico oriundo de Rancagua forma parte de una generación de artistas que tienen unas inquietudes artísticas gigantes. En torno a esto y a su propio trabajo, Nico Carreño me afirmó lo siguiente: “Siento que el disco [Heterónimo] es un poco desordenado, en un buen sentido, porque hay hartos estilos”. Sumado a lo anterior, el joven artista añadió que percibe en su obra hay un discurso disparado y no tanto una sistematización del mismo. De esta manera creo que Heterónimo (2020) es -más allá de las reflexiones que esboce sobre la memoria- un álbum ideal para quienes gocen de playlist con sonoridades diversas. En cualquier caso, insisto que cualquier persona puede disfrutar la música de Nico porque es sumamente accesible en cuanto a sus timbres.

Para cerrar, siento la necesidad de comentar que Nico Carreño está preparando nuevo material -según me pudo comentar-. Particularmente, el músico se encuentra en la estructuración de maquetas. ¿Qué caminos tomará el trabajo del joven artista nacional? Para ser sincero, no tengo la menor idea y tampoco es que me preocupe. Digo esto último no en son de soberbia, sino porque se nota que Nico Carreño ama el quehacer musical y eso resulta ser lo que -a mi parecer- le impulsa a desarrollar un trabajo tan llamativo. Tan solo queda esperar que lleguen prontamente sus nuevos sonidos. De todas formas tenemos Heterónimo (2020) hasta que ese futuro arribe y, según lo que percibo, su sonido se mantendrá irreductible en la memoria de quien lo oiga. 

#LaCajita

Cuéntanos tu Opinión =)

Genaro Rencoret

Soy residuo del indie. Intento escribir generando crítica y diálogo entre las artes. Cuando grande quiero ser como como Gabriela Mistral o como David Byrne.

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Botón volver arriba