En 1978 un joven neoyorquino llamado Marc Steven Bell, tomaba las baquetas para reemplazar a Tommy Ramone, desde ese entonces el mundo comenzó a llamarlo Marky Ramone. Así fue cómo comenzó una historia de hitazos y alcoholismo que le significó estar un tiempo fuera de la legendaria banda.
Hoy, el joven neoyorquino carga sobre sus hombros el peso de mantener vivo el legado de Ramones, una leyenda que nació con miembros fundadores que ya pasaron a mejor vida. Fueron dos periodos con la mítica banda (entre 1978-1982 y 1987-1996) los que le dieron a Marky las credenciales suficientes para llevar el catálogo de Ramones alrededor del mundo, además de otorgarle el galardón honorífico por la destacada trayectoria de la banda en los Grammys del 2011.
El chascón sigue girando y demostrando que el lema “Punk’s Not Dead” no puede tener más razón. Canciones de tres acordes, sonidos distorsionados y cabelleras al ritmo de su potente batería, son ingredientes más que suficiente para disfrutar de clásicos como “Blitzkrieg Bop”, “I Wanna Be Sedated”, “Poison Heart” o “I Believe In Miracles”, entre otros. Un recorrido por un setlist que nos transporta y nos lleva de vuelta a los orígenes neoyorquinos de un estilo que se llegó para ser contestatario.
Tras su última presentación en Chile en el 2018, la estrella del punk rock estadounidense vuelve a nuestro país para la próxima edición de Lollapalooza; con su clásica chaqueta de cuero, jeans rasgados y las baquetas listas para hacer vibrar a un público deseoso de escuchar las canciones que hace 40 años atrás tocaba en compañía de Johnny, Dee Dee y Joey. ¿Preparados para el mosh, el headbanging y la euforia?
#LaCajita ♥
Por Rodrigo Valdés.