Desde temprano, el ambiente ya vibraba de emoción. Fauna Primavera convocaba a sus asistentes para una jornada memorable, y las expectativas eran altas. El clima cálido acompañaba a quienes iban llegando, mientras la energía crecía con cada nuevo rostro que se sumaba al festival. La atmósfera era de pura anticipación; todos estaban listos para ver en acción a grandes bandas, en lo que sería un despliegue musical único. La combinación de buenos amigos, el inminente estallido de música y la promesa de una experiencia compartida en torno a la pasión por el arte y el sonido hacían de este día algo especial.
La banda chilena Estoy Bien se apoderó del escenario Vans con una fuerza avasalladora. Desde el primer acorde, quedó claro que estos músicos son mucho más que una promesa; son una representación del poder y la autenticidad de la nueva generación de la música chilena. Con letras directas y una interpretación enérgica, hicieron que el público se conectara profundamente con su mensaje. Estoy Bien ofreció un show cargado de sentimiento y rebeldía, convirtiéndose en uno de los actos que mejor representó la frescura y relevancia de la escena local en el festival.
Después de una difícil reestructuración que dejó a la banda con nuevos integrantes, Las Ligas Menores subieron al escenario con una mezcla de emoción y valentía. Fue su primer show en esta nueva etapa, y los asistentes pudieron sentir la ternura y nostalgia que emanaba de su música bajo el calor del sol. A pesar de las circunstancias, lograron ofrecer un espectáculo sólido y conmovedor que resonó en cada rincón del recinto. Su indie encantador y emotivo logró tocar los corazones de todos, demostrando que, aunque los tiempos cambien, su esencia sigue intacta y lista para conquistar nuevas audiencias.
La llegada de Nation of Language al escenario fue una inyección de energía y nostalgia synth pop directo desde Brooklyn. En aproximadamente 45 minutos, el trío neoyorquino trasladó al público a un viaje sonoro que evocaba la era dorada de los sintetizadores y las texturas electrónicas. Con su sonido pulsante y una presencia escénica hipnotizante, lograron cautivar a los asistentes y transportarlos a un ambiente nocturno y envolvente, aunque fuera pleno día. La banda dejó una huella, mostrando cómo la música puede borrar fronteras y hacer que todos compartamos un momento único.
Los británicos de The Magic Numbers sorprendieron al público con su estilo que mezcla lo mejor de ritmos actuales con un toque nostálgico. Con armonías pegajosas y un encanto único, lograron un balance perfecto entre lo melódico y lo energético, algo que el público agradeció con entusiasmo. Su capacidad para reinventarse y crear algo fresco mientras mantienen su esencia los hace destacar en la escena actual, y durante su show demostraron que aún tienen mucho que ofrecer. Cada canción fue recibida con alegría, y la banda supo captar la atención de todos, creando una conexión especial y emocionante con el público.
Directamente desde el Perú, Sofía Kourtesis nos deleitó con un set que fusiona ritmos latinos y electrónicos, creando un sonido que refleja su identidad multicultural y su habilidad para experimentar con géneros diversos. Su música tiene un pulso distintivo que conecta con la raíz latina sin perder la frescura de la música electrónica contemporánea. Kourtesis ha sabido posicionarse como una productora innovadora y vanguardista, y su show en Fauna Primavera fue prueba de ello. Con cada beat, logró que el público se entregara al ritmo, demostrando que su propuesta única está redefiniendo el lugar de la música latina en la escena electrónica global.
Uno de los momentos más esperados del día llegó con Dinosaur Jr, quienes se encargaron de traer de vuelta el rock más crudo y directo de los años 90. Desde los primeros riffs, se sintió como un viaje en el tiempo, recordándonos la fuerza y rebeldía de una era en la que las guitarras fuertes y la actitud desinhibida dominaban la escena. Dinosaur Jr demostró que su música no solo ha perdurado, sino que sigue siendo relevante. Su actuación fue poderosa y llena de energía, y cada nota parecía retumbar con la intensidad de aquellos tiempos, conectando tanto con quienes crecieron escuchándolos como con nuevas generaciones que ven en ellos una leyenda viva.
El dúo chileno Dënver se subió al escenario con la elegancia y carisma que los caracteriza, ofreciendo un espectáculo impecable que reafirmó su estatus en el pop nacional. Sus canciones, llenas de nostalgia y emoción, fueron coreadas por el público que no dudó en celebrar cada acorde. La conexión entre Dënver y sus fans es especial; es una relación que se ha construido a lo largo de los años y que sigue creciendo. La puesta en escena y el carisma del dúo crearon un ambiente mágico, dejando claro por qué son considerados la realeza del pop chileno y recordándonos la importancia de su legado en la música local.
La noche continuó con el regreso de The Kooks, quienes no solo deleitaron a sus seguidores más fieles, sino que también conquistaron a nuevos oyentes con su característico estilo británico. La banda ofreció un set lleno de sus mayores éxitos, logrando que el público coreara cada canción como si fuera un himno. Su energía y su presencia en el escenario fueron arrolladoras, y cada acorde parecía resonar en el corazón de la audiencia. Fue un show lleno de nostalgia y emoción, recordándonos por qué The Kooks se han ganado un lugar tan especial en la música y en los recuerdos de quienes los siguen desde sus inicios.
Boy Harsher se encargó de transformar el escenario en una experiencia sensorial completa, donde la música y las luces crearon una atmósfera envolvente. Con su estilo dark wave y sonidos oscuros, lograron sumergir al público en un trance casi hipnótico. Cada beat y cada cambio de luz intensificaban la experiencia, haciendo que la música se sintiera aún más profunda y resonante. Fue uno de los shows más impactantes de la noche, donde la combinación de sonido e iluminación hizo que el público se entregara por completo, viviendo cada segundo como si fuera único e irrepetible.
La jornada llegó a su punto culminante con el show de Franz Ferdinand. La banda escocesa supo cómo conectar con el público chileno, y su vocalista no dejó de interactuar y contagiar su energía a los asistentes. Con un setlist que incluía sus mayores éxitos, lograron cerrar el festival de una manera épica, dejando a todos con el corazón lleno y la adrenalina al máximo. Fue un final digno de un fin de semana que estuvo repleto de momentos mágicos, y Franz Ferdinand se encargó de dar ese toque final que todos recordarán.
El segundo día de Fauna Primavera fue una celebración total de la música en todas sus formas, desde la nostalgia del rock hasta la frescura de la electrónica latina. Cada banda dejó una marca en el público, y el festival, una vez más, cumplió con las expectativas. Fue una experiencia que seguramente quedará en la memoria de todos los asistentes, quienes se despidieron con la promesa de volver el próximo año a vivir otro fin de semana inolvidable.