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ATEEZ EN CHILE: LA NOCHE QUE SANÓ HERIDAS Y ENCENDIÓ PASIONES

Por Joaquín Reynaud

La esfera celestial de agosto derramaba su luz azulada sobre el Parque O’Higgins, el cual estaba dominado únicamente por los Atiny y los guardianes del parque. Estos últimos gestionaban las filas que serpentean alrededor del lugar y se dispersan hacia las diversas entradas del Movistar Arena. El recinto acoge al gran público de ATEEZ con melodías en vivo y destellos de luces LED que se alinean como guías para aquellos que buscan revivir un capítulo suspendido, buscando cerrar la herida dejada en noviembre pasado por el frustrado Music Bank Santiago.

Era innegable. Un código de vestimenta no escrito parecía unificar a las Atiny. Aunque las prendas variaran, sus atuendos resonaban en una armonía estética. La ausencia de cadenas, un tema candente en las redes sociales, no menguó la individualidad en la estética de los seguidores de ATEEZ.

Dentro del recinto del Movistar Arena, la luna natural quedaba eclipsada por la luminosidad artificial, pero la luna simbólica del grupo surcoreano brillaba con intensidad, mostrando una escenografía que desmentía cualquier escasez de creatividad propia de las giras internacionales.

La anticipada zona VIP se llenaba gradualmente, confirmando que el sold out no era mera casualidad. Mientras los asistentes ocupaban sus asientos en las gradas y se acomodaban en la cancha, sus cánticos y vítores fundían una atmósfera electrizante en el recinto.

En un instante, las pantallas proyectaron un trsite anuncio: «ATEEZ Jongho no podrá participar en el concierto de hoy debido a una lesión. Agradecemos la comprensión de Atiny». De inmediato, los fans comenzaron a corear el nombre de Jongho y a lanzar señales de apoyo. Como si el propio título del tour tuviera poderes mágicos, las Atiny anhelaban derribar la barrera de la distancia, haciendo que sus clamores alcanzaran las costas coreanas, donde se encontraba el extrañado artista.

Aunque los gritos se disipaban, una súbita oscuridad convocó a la multitud. La oleada de luces de los lightsticks desafió la penumbra, dando paso a la cinemática que inauguraba el concierto. Todo ello mientras ATEEZ se preparaba para una actuación que se prolongaría por más de dos horas.

ATEEZ en Inglewood, Amy Sussman

La primera canción resonó y los miembros de la banda entregaron todo de sí. En pocos minutos, en vivo, me di cuenta de que la experiencia superaba con creces las transmisiones en pantalla. Los murmullos del Movistar Arena parecían nunca haber sido tan ensordecedores.

Al concluir la primera pieza, como es su costumbre, los integrantes se presentaron uno a uno, compartiendo saludos en español, como «¡Chile, que la pasen bacán!». Observé cómo algunas asistentes abandonaban la multitud debido a lágrimas y riesgos de desmayo. La cancha temblaba bajo la energía que emanaban las Atiny, mientras sobre el escenario se aludía al Music Bank Santiago 2022 como un recuerdo melancólico.

La fiesta continuaba. Canción tras canción, el grupo demostraba profesionalismo y dedicación. Era como si hubieran fundido la energía del monumental encuentro del año pasado con la del presente concierto. Las coreografías y las voces cautivaban, pero no eran los únicos elementos asombrosos: la pirotecnia, el fuego, las luces y la producción audiovisual sumaban matices que conferían a la presentación una perfección palpable.

Yeosang, Wooyoung, Mingi, Hongjoong, Jongho, and San at the Prudential Center

Al observar a mi alrededor, encontré rostros rebosantes de ilusión, ojos vidriosos, suspiros, manos sobre el corazón y lágrimas. A mi lado, una joven liberó un costado de su bandera argentina para enjugar una lágrima que brotaba de su ojo, sin dejar de fijar la vista en el escenario.

El concierto fluía sin contratiempos, y cada canción se acompañaba de coreografías cuidadosamente sincronizadas y múltiples interacciones con la audiencia: saludos, esferas gigantes que rebotaban entre el gentío e incluso un desafío bouncy que permitía a tres afortunadas fans ser el centro de atención mientras bailaban.

No obstante, «Wonderland» se alzó como la joya de la noche, irradiando una vibración especial que la convertía en un concierto dentro del concierto. Simplemente, fue un sueño hecho realidad.

Tras la primera despedida, que incluyó la promesa de volver a Santiago con Jongho, irrumpieron con «Break The Wall», marcando el inicio del fin. La velada culminó con «The Real» y un energético San recorriendo el escenario al estilo de Kanye West, con la bandera de Chile ondeando a sus espaldas. Luego se reunió con los demás miembros para la icónica foto sosteniendo la bandera.

Ateez The Real Performance at 2021 SBS Gayo Daejeon Performance Photos | kpopping

Después de aproximadamente dos horas de entrega por parte de ATEEZ, llegaba el momento de las despedidas. Cada miembro expresó sus agradecimientos de forma individual y, poco a poco, la herida abierta por Music Bank en Chile parecía cicatrizar. Finalmente, hicieron un llamado para que cada Atiny regresara a casa en seguridad, una frase que parecía cerrar definitivamente una herida que había estado abierta desde noviembre del año anterior. Una herida que, sin duda, dejará una cicatriz. Una cicatriz que latirá y revivirá cada vez que el público del Movistar Arena del 30 de agosto de 2023 escuche a ATEEZ y rememore aquella noche perfecta.

#LaCajita <3

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