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ACID COCO: AMÉRICA SE LLEVA EN LA SANGRE Y EL RITMO

Por Genaro Rencoret

¿Qué conocemos de música latinoamericana? Abordar esta interrogante puede resultar ociosa para algunas personas debido a que puede parecer una pregunta que cae en supuestas obviedades. No obstante, el ocuparse de responder aquella pregunta significa dar cuenta y aceptar nuestra ignorancia porque, desde mi sentir, en Chile no sabemos demasiado sobre la música de nuestro territorio y de los países hermanos. Claro es que podemos enumerar a nuestras figuras, pero dejamos un inmenso vacío a la hora de ahondar y valorar sus obras.

Si no tenemos la capacidad de hablar con profundidad del arte musical chileno, más difícil es hacerlo con la música del resto de Latinoamérica porque ¿escuchamos y sabemos algo de música peruana, venezolana, ecuatoriana o de los demás países hermanos? Tal vez podemos nombrar a ciertas personas dedicadas al quehacer musical, sin embargo, no podremos llegar más allá. Las razones de esta incapacidad son diversas y están ligadas a aspectos tanto históricos como educativos, pero eso es una cuestión extensa que debe y merece ser profundizado en otro texto.

Es así como el mismo hueco de conocimiento lo encontramos al momento de querer ocuparnos de la poesía latinoamericana, según afirma el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos (2016). Por ello es que este escritor expone que tenemos una deuda moral con el arte de nuestro continente, ya que la tradición creativa latinoamericana goza de excelente salud y es la que más brilla actualmente. Coincido plenamente con la reflexión de Hernández y creo que corresponde que quienes nos dedicamos a la difusión debemos, en primer lugar, estudiar la música latinoamericana y, en segundo lugar, tenemos que brindar espacios para divulgar las distintas sonoridades de nuestra tierra.

Con estos principios en mente, tuve el agrado de charlar con Andrea y Paulo Olarte Toro acerca de su proyecto Acid Coco. Este dúo de hermanos oriundo de Colombia publicó en 2020 su álbum debut Mucho Gusto, trabajo donde, en brevísimos términos, entremezclan ritmos latinos con elementos propios de la electrónica. Ahora bien, la definición que acabo de establecer es, desde mi sentir, sumamente reduccionista -y diría que hasta superficial- porque en Acid Coco hay una inmensa cantidad de ritmos y sonoridades que serán abordadas con detención más adelante.

En un primer momento corresponde advertir que, dentro del contexto de crisis sanitaria actual, Andrea y Paulo se han encontrado separados porque actualmente habitan respectivamente en las ciudades de Berlín y Ginebra. “Por la pandemia nos ha sido bastante difícil poder encontrarnos. En Berlín todo ha estado muy cerrado. (…) Todo ha sido muy despacio, en comparación con otras ciudades en el mundo y en Europa”, me señaló Andrea.

A pesar de la distancia, los hermanos Olarte Toro pudieron componer y desarrollar tanto ideas como vivencias, siguiendo las palabras de la misma Andrea. “Todo este contexto tiene su lado positivo y negativo. Hace falta el contacto físico con las personas, al menos a mí me hace falta darles un beso y abrazar a las personas”, agregó Andrea. Por su parte, Paulo señaló que en Ginebra la cuarentena de 2020 fue una situación tan extraña como especial porque: “De repente no había carros, aviones ni ruido. Se vivió una paz que no se conocía en las ciudades. (…) Aquí en Ginebra nunca hubo toque de queda y yo salía en las noches a caminar entre once de la noche y las tres de la mañana por la ciudad. Era como caminar por un museo gigante abandonado donde no había ninguna persona en la calle”. Aun así, el músico afirmó que hace mucha falta el contacto con la gente. “Somos seres sociales y esta enfermedad ha cortado los abrazos, los besos, las caricias y los gestos bonitos”, sentenció Paulo.

Acid Coco. Créditos de la imagen a quien corresponda.

Mientras conversábamos sobre las vivencias en pandemia, Paulo se detuvo en la gran problemática que están viviendo actualmente las personas dedicadas a la música: La ausencia de conciertos. “He estado un poco aterrado porque me enteré que están realizando la Euro Copa y me di cuenta que los estadios están llenos. Eso da a entender que para ciertas cosas está todo abierto y para otras no. Los clubes y bares están cerrados. (…) Toda la parte nocturna y la vida cultural de la noche está completamente abandonada. (…) Esto me hizo preguntarme nuevamente qué pasa con la cultura y con la gente que está en el arte”, comentó el mismo Paulo. El desamparo que están sufriendo las personas que trabajan en las diferentes disciplinas artísticas es brutal y el testimonio de Paulo da cuento de que es algo que sucede tanto en Europa como en América Latina. Resulta claro que el abandono del quehacer cultural traspasa las fronteras -esto guardando lógicamente las posibles diferencias dadas por los contextos específicos- porque en Chile tampoco existe hoy la posibilidad de realizar un concierto u otra actividad relacionada al arte. 

Siguiendo en el marco de este tema, Andrea y Paulo me comentaron que extrañan el tocar en vivo porque era la instancia donde podían compartir la música con su público. “No podemos tener presentaciones y eso es lo que más nos ha jodido. (…) La música se ha movido súper bien, hemos tenido muy buena acogida por parte de la gente y de la prensa. Estamos contentos por los resultados, pero no hemos podido compartir con las personas”, sentenció Paulo. Acerca de esto mismo, Andrea afirmó: “Estar en el escenario es percibir realmente cómo llega tu música a la gente. Ahí tenemos ese verdadero feedback. (…) Cuando estás en el escenario ves ese intercambio de energías en la gente”. Por su parte, Paulo señaló: “El baile y la música son tradiciones ancestrales. (…) A la gente le encanta bailar, le encantan los ritmos. El ser humano es ritmo, la palabra hablada es ritmo. (…) A la gente le gusta juntarse, le gusta bailar y pasarla bien”.

Acid Coco. Créditos de la imagen a quien corresponda.

Las palabras de los hermanos Olarte Toro me llevan al hecho de que los conciertos en vivo son un fenómeno social. Es más, creo que los shows musicales en vivo son de los últimos ritos sagrados que existen en la sociedad occidental -aquí entran también el teatro y, siguiendo a Pier Paolo Passolinni, el fútbol-. Digo que son sagrados porque unen a las personas dentro de una instancia donde las pasiones surgen a flote y, en términos aristotélicos, son liberadas. En otras palabras, el ir a un concierto permite expresarnos desde el acto mismo de cantar hasta el llorar o gritar de manera colectiva junto a seres humanos que, muy posiblemente, no conocemos con anterioridad. “Eso que se crea en conjunto, esa colectividad de los conciertos es lo que hace muchísima falta”, concluyó Paulo.

Además, cabe decir que el ver un show en vivo representa un acto comunicativo porque podemos captar lo que sucede entre las personas que están arriba del escenario. Nos damos cuenta cuando hay tensión entre las personas de una banda, cuando están tocando de manera desinteresada o cuando están gozando el estar de pie en el escenario. Y aquello se traspasa al público sin lugar a dudas. Acerca de esto, Andrea se detuvo en lo siguiente: “Estar en el escenario es como abrir una ventana a la intimidad del artista, de cómo son las relaciones tras bambalinas realmente. Cuando estás en el escenario muestras lo que eres”.

En este punto es preciso establecer que, más allá de los límites generados por la pandemia, Acid Coco no ha parado de publicar música que ha sido, por cierto, muy bien recibida. Tras lanzar Mucho Gusto en octubre de 2020, el dúo estrenó el pasado 28 de mayo un nuevo sencillo titulado Hoy Como Siempre (2021). Esta canción se enmarca dentro de lo que será su próximo disco de larga duración que ha sido trabajado durante los últimos meses. Charlando sobre este asunto y el mantenerse publicando música en este contexto, Paulo comentó: “Estamos en muy buenas manos con nuestro sello El Palmas Music. Nos han apoyado con todo (…) y eso es muy bonito porque nos mantiene con fuerzas para seguir haciendo lo que hacemos. (…) Además, la recepción ha sido tan buena por parte de la gente y de la prensa que eso nos ha mantenido completamente inflados”.

Ahora, con respecto a su nuevo disco, el mismo Paulo afirmó que surgió tras la única presentación en vivo de Mucho Gusto en Ginebra. “En octubre se lanzó Mucho Gusto y por esas fechas vino Andrea a Suiza. Casualmente, en esas fechas abrieron los clubes en Ginebra y tuvimos la suerte de lanzar el disco en vivo”, sentenció Paulo. El estreno de su álbum se dio en dos conciertos el mismo día, siguiendo las propias palabras de los hermanos Olarte Toro, en una sala para 500 personas, pero donde solamente pudieron asistir 50 en cada show por las medidas sanitarias.

Acid Coco. Créditos de la imagen a quien corresponda.

Dicha situación y el poder encontrarse hizo que Andrea y Paulo decidieran entrar nuevamente al estudio para grabar nuevas canciones. “Siempre hemos tenido esa costumbre de saber que no tenemos ni idea cuánto tiempo estaremos sin vernos. Entonces vamos con todo, es como una explosión. Nos juntamos y hay tanto acumulado que en el estudio parecemos un volcán haciendo erupción”, afirmó Paulo y añadió que en seis días de trabajo salieron cerca de diecisiete canciones. “Son intensas nuestras grabaciones”, agregó por su parte Andrea.

Este nuevo material de Acid Coco no tiene, en palabras de Paulo, una estética definida. “La música está empapada de muchas cosas. Hay muchos géneros que entran en este disco, pero no son cosas que escogimos conscientemente”, comentó el propio Paulo y añadió: “Por un lado está la música tropical, la del pacífico, la colombiana, está la cumbia, la champeta, el porro, el merengue, la salsa. Hay muchos ritmos tropicales que nos tocan y que finalmente llevamos por dentro porque es la música con la que nos criamos”.

Debo admitir que el hablar con Andrea y Paulo -además de escuchar su música- provocó que se me abriera un mundo sonoro que no tenía presente. Por ejemplo, la champeta es un género musical resultante de -en palabras de Laura Ordoñez (2019)- “un proceso de apropiación de ritmos y géneros africanos y antillanos como el Soukus y el Sekete del Congo, el Makossa o el Bikutsi de Camerún, el Highlife, el Jújú o el Fuji de Nigeria, el Funk, la Rumba Congolesa, el Kamba y el Luo de Kenia a las costumbres festivas de los barrios populares del Caribe colombiano” (La terapia bogotana, p. 5).

Con solamente detenerme en la champeta queda esclarecido que en Acid Coco habitan sonoridades y estéticas diversas. Esto se debe a que el dúo colombiano impregna en su música la inmensa cantidad de vertientes sonoras que han tenido presente a lo largo de sus vidas. Para ser preciso, esta idea aparecer en un verso de la canción Sin Salida (2020): “Con las canciones de mis padres en mi mente”. Todas las personas traemos esas canciones que escuchamos en casa y Acid Coco lo deja en evidencia a lo largo de su proyecto.

Acid Coco. Créditos de la imagen a quien corresponda.

En la línea de este tema, Andrea comentó lo siguiente: “En todos los géneros hay, por lo menos, una canción que te toca el alma”. Teniendo en consideración sus palabras, me doy vueltas en torno a lo que significa en sí misma la champeta como un fenómeno sociocultural. En palabras de Enrique Muñoz (2003), este género musical “es parte de una concepción de la vida, es una forma musical en la que prevalecen las mezclas” (La champeta, la verdad del cuerpo, p. 21) y da pie, según mi parecer, a comprender la generalidad de la música de Acid Coco. Para ser claro, en el proyecto de Andrea y Paulo convive una mezcla de muchísimos sonidos y ritmos que son parte de su vida en sí, que son parte de su individualidad inserta dentro de una colectividad familiar marcada tanto por lo histórico como por lo cultural.

Profundizando más en sus influencias, llegamos a charlar con Andrea y Paulo sobre la revalorización que están teniendo los conocimientos ancestrales de las culturales indígenas latinoamericanas. “Las nuevas generaciones se sienten más orgullosas de lo que son. Cada vez más se dan cuenta que somos un continente con un potencial excepcional, con gente increíble”, afirmó Paulo y agregó: “(…) Antes, al menos en Colombia, se miraba siempre hacia Estados Unidos. Todo era los gringos y los gringos. Creo que ahora a las nuevas generaciones eso le sabe a mierda. Cada vez la gente está más orgullosa de lo que es y tener raíces. (…) Mi padre siempre nos inculcó que debemos estar orgullosos de lo que somos y de dónde venimos”.

Redactar esta nota me hace mucho sentido estando en medio del We Tripantu, es decir, durante la celebración del nuevo año mapuche marcada por el solsticio de invierno. Estamos celebrando el regreso del Sol para iniciar un nuevo ciclo con la Naturaleza y la renovación de la tierra. Como decía, me hace sentido escribir estas líneas porque el propio Paulo afirmó que las culturas indígenas son las únicas que saben cómo funciona el mundo. “Los indígenas son los únicos que saben cómo reforestar el mundo. El occidental no sabe, sólo tiene la mentalidad de que la tierra le pertenece y eso no es así. Nosotros le pertenecemos a la tierra”. sentenció el mismo Paulo.

Volviendo a la música, Andrea comentó que las canciones de Acid Coco están inspiradas en sus vivencias personales y las de otros. Además, la misma artista señaló que el amor también es un tópico de suma importancia en su obra. En vista de aquello, el nuevo material de los hermanos Olarte Toro será un sencillo que saldrá a la luz el día 23 de julio. Sobre este lanzamiento, Paulo comentó: “Es una canción con mucho corazón, con mucho sol, con una vibra muy especial. Es una canción que brilla por sí sola”. Desde su palestra, Andrea añadió: “Es una canción llena de sensibilidad y, como dijo Paulo, de mucho sol”.

Acid Coco. Créditos de la imagen a quien corresponda.

Además, con respecto a su nuevo álbum, Andrea y Paulo esperan que sea lanzado a finales de 2021. Sin embargo, para las personas ansiosas que desean más música, Acid Coco estará publicando entre cinco y seis sencillos más de antes del estreno del disco -según me informaron los hermanos Olarte Toro-. Por cierto, todas estas canciones saldrán a la luz en intervalos de entre seis y ocho semanas, siguiendo las palabras de Paulo.

En fin, las páginas se me hacen pocas para escribir sobre Acid Coco. Por ahora, no queda más que esperar por la nueva música de Acid Coco y escucharles a través de las diferentes plataformas digitales. Creo que su música puede ser un refugio en los tiempos de incertidumbre generados por la pandemia. Charlar con Andrea y Paulo me dejó claro que son personas que toman su quehacer con el rigor que amerita la creación musical. Su proyecto da cuenta que América se lleva en la sangre y en el ritmo, sin importar la distancia.

#LaCajita

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